miércoles, 23 de noviembre de 2016

Ella

   

Ella, que tantas ganas de gritar contiene en ese cuerpo tan pequeño, que tanto expresa mientras calla y tanta ira derraman sus ojos.
   Ella, que tantos sueños acuna en su pecho, y que tantos suicidios ha contemplado a través de su risa donde la alegría se decidía a lanzarse en picado. 
   Ella, que sostiene la mano del miedo allá donde va, y que se acuesta con la derrota esperando a que sea la victoria quien le dé los buenos días. 
   Ella, que tantos secretos guarda entre sus pestañas con la esperanza de que en sus parpadeos echen vuelo, y que tanta nostalgia aguarda en sus labios en esas medias sonrisas.  
   Ella, que se esconde tras el rubor de sus mejillas, que cierra los ojos para que no la conozcan y que pierde el sueño cada vez que desea, echa a temblar cuando la soledad la abraza y la congela por dentro de frío.  
   Ella, que se desgarra por dentro con los gritos y las súplicas que no es capaz de revelar, que aguarda en un silencio que hiere, que envuelve y que rasga, y que mira con rabia cuando se cree valiente, es un autómata de su propio destino.
   Ella, que solo encuentra consuelo en los sueños, que busca autodefinirse en la utopía y determinarse por sus ambiciones, que se ríe desde el vacío y que tiene dominado el juego de mostrarse alegre, es fachada de cristal blindando que se resquebraja nada más llegar a casa.
   Ella, la mejor compañera del miedo, de la indefensión y de la vulnerabilidad, acostumbrada a abrazar al derrotismo anhelando sentirse victoriosa algún día, que se despierta con la apatía de verse de nuevo en un día fotocopia del anterior, pisotea a la esperanza con el pie izquierdo cada vez que despierta.
   Ella, tan secreta, reservada e impenetrable, que pasa con sigilo por tu lado y susurra con sus pisadas que necesita ayuda, y que sus labios muestran una sonrisa que solo los expertos podrían apreciar falsa, es capaz de soltarse el pelo y echar a correr como la viva expresión de la locura.
   Ella, que se acalora con facilidad, que se esconde tras su timidez para parecer más tierna, que mira al suelo para que no puedas leer a través de sus ojos, y que se muerde y pellizca por dentro cuando empieza a querer, es la primera en saltar al vacío sin cuenta atrás ni remordimientos, aunque sea el asfalto el que le espera en la caída. 

Ella como representación de ti, de mí, de muchos, que incapaces de agarrar la vida con las ansias con la que muchas veces nos abordan los problemas, perdemos tiempo escondiéndonos de nosotros mismos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog