miércoles, 1 de octubre de 2014

¿Música?


Él tocaba el piano con la gracilidad característica de unos dedos entrenados para hacer volar la música, aunque en realidad fuésemos nosotros los que levantásemos vuelo.
Las habitaciones se llenaban de notas, algunas más graves, otras más agudas, dependiendo de su ánimo y del tono en el que él quisiera hacernos llorar.
Y es que resistirse era imposible, porque una vez entrabas te golpeaba el blanco o el negro de sus teclas y si no te emocionabas de esperanza acababas haciéndolo por todo lo contrario.
Entrar en aquella habitación suponía adentrarse en una vorágine de emociones que culminaban en una abstracción absoluta. Minutos después te encontrabas observando por la ventana los detalles más nimios que en tu día a día se te pasan por alto. Por ejemplo el movimiento de las hojas de un árbol podía resultar hasta poético e incluso las personas con más prisa parecían ralentizar su movimiento. No os podéis ni imaginar lo que suponía observar el mar escuchando una de sus melodías más tristes.  Cada una de las ola que estalla contra la orilla o las que rompen contra las rocas se llevaban una parte de ti aunque fuese conceptual, como si se diese tu propia evasión hasta que no te sintieses, hasta que no te reconocieses o simplemente hasta que no fueses, como si la vida te acogiese para vivirla desde otra perspectiva totalmente ajena a ti mismo.
Sí hay maneras de parar el tiempo aunque éste siga transcurriendo, y es increíble la capacidad que tiene de hacerlo la música.
A veces teníamos la suerte de escucharle mientras llovía, no os podéis hacer una idea de cómo la melancolía se cuela dentro, aunque no le hayas dado permiso invade cada uno de tus recovecos y quitártela de encima no resulta del todo fácil. La gotas sellan las ventanas al ritmo de la música y tú, de repente, empiezas a sentir que formas parte de eso. Ves a través de ellas un mundo más borroso aunque en ti todo se vuelve más nítido. Las emociones son más tangibles y te embarga una tremenda sensación de vacío, el mismo a donde van a parar las gotas que resbalan frente a ti haciendo eses. Y es que aunque hayan dejado rastro al igual que lo hace tu presencia desaparecen sin darte tiempo a preguntarte a dónde han ido.
Pero su música no es solo eso, es paz, es compañía, es un una nota sostenida que te sostiene evitando caer, es la banda sonora de tus mejores momentos o de los peores, es calma, es soledad... Por ser lo es todo sin ser nada, ya que no hay nada más abstracto que un conjunto de sonidos que te hacen sentir.
Y ahora, después de esto, atrévete a preguntar qué es la música para mí.

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