sábado, 15 de marzo de 2014

"click"
Para Bea, por sus dos años en blogger.


Con el fusil colgado al hombro se arrastraba por el suelo, recorría pequeñas distancias en el corazón de la guerra y sólo llegaba a escuchar el latir de los disparos.
Había conseguido dejar de temblar, aunque fuese mérito del terror que lo dominaba. Ya ni siquiera escuchaba los gritos de dolor, de auxilio, de miedo. Se limitaba a avanzar, como le habían ordenado, clavando los codos en la tierra húmeda y cruzando las alambradas a pesar de los arañazos.
Podría haber desertado, nada le impedía huir de allí colocando su placa a algún difunto, pero estaba obcecado y su mente dispersa no asimilaba las imágenes, todo aquello parecía uno de sus cortometrajes dantescos, no era consciente de lo que estaba viviendo.
La sangre de un compañero le salpicó el uniforme, pero ni eso le sacó de su extraña ensoñación. Ya ni se planteaba coger el arma y defenderse, él no pertenecía a esta guerra, ni quería, ni quiso. No, él no, porque nunca se imaginó en esa tesitura a pesar de que había recreado numerosas guerras tras unas cámaras y bajo los focos de iluminación. Había dado muertes ficticias a muchos de sus actores, e incluso había creado batallas poniéndose en el lugar de un dictador imperialista, aún así, todo aquello se le antojaba más real y era más comprensible que lo que estaba viviendo esa noche de octubre.
La metralla de las bombas acertaba en sus compatriotas que caían al suelo, algunos convulsos, otros aterrorizados y lo más afortunados yaciendo muertos. Pero él se mantenía ileso, a pesar de que su desconexión de la vida debería haberle hecho ser el más vulnerable de todos. Aún así, siempre lo había sido.
Ya que a él no le gustaba el sentimentalismo, rodaba sus escenas con frialdad y según los críticos pecaba de ello. Solían calificar su cine en 110 minutos de violencia extenuante, decían que eran historias vacías que deberían ahondar más en sentimiento, y ello hacía que no tuviese valor alguno. Pero yo, como siempre, reitero que su cine bélico era sin duda el más realista, objetivo y certero. Él mostraba la parte más cruel de la guerra y el lado más ruin del ser humano. Al fin y al cabo, era un director que sólo buscaba mostrar a los espectadores un buen filme, en el que sin destacar casos personales, se demostrase que la guerra siempre es trágica. 
Y digo esto, porque en esta guerra, el chico que acaba de caer a su izquierda no tiene historia, es un mártir más demasiado joven que se ha cobrado la violencia, y el que se encuentra a unos metros por delante, con una herida sangrante en el tórax es también un número más para el país por cuyo honor lucha. Eso no quiere decir que no haya nada que contar, este cineasta que se arrastra en tierra de nadie también tiene su historia, y os aseguro, que si es verdad eso que dicen de que la vida se te pasa por delante de tus ojos cuando te llega la hora, a él se le vendrían muchas imágenes valiosas. Como su madre preparándole su pastel preferido de frambuesas, su padre enseñándole clásicos de cine y seguramente, alguna de las peleas revoltosas con su hermano. También su mujer en ese piano de teclas raídas, la colcha de flores donde hicieron el amor por primera vez y la cuna azulada donde descansó nueve meses después su única hija. También aparecería el periódico con su primera buena crítica y aquel chico tan risueño que le llevaba siempre el café a las nueve y media de la mañana. Los aplausos en su segunda película nada más aparecer los créditos y el fervor en las mejillas de su mujer. Los pasos alocados de su pequeña, la primera caída y su sonrisa mellada. Aquel vestido negro y la lencería de encaje perdida debajo de las sabanas. Sus cámaras de rodaje, sus focos de iluminación y las imprescindibles plaquetas.
Él también tenía mucho que perder en esa guerra y mucho que contar a sus nietos, pero su vida no era, ni es, más importante que otras, todos los que se encontraba allí luchaban con un mismo fin, uno que fija el Estado y que aunque desconozcan les une en la lucha. 
De ahí su mérito, porque él no cuenta historias de vidas, él sólo muestra lo que se vive en la guerra.

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